No mires...

Foto: Etringita
Texto: Martin Gallego
.
Esta foto me encantó cuando la ví. Me pareció inquietante, y eso es lo que me inspiró este relato. A partir de ahora, miraréis menos por la mirilla de la puerta...


No mires....
.


.
No supo porqué le dio por mirar. Nunca antes lo había hecho si no habían llamado previamente. Pero ese día, sin tener una razón para ello, algo la empujó a asomarse a la mirilla de la puerta de la calle. En vez de la escena habitual con la ventana a la izquierda que daba al patio de luz y la puerta del vecino de enfrente, no vio nada. Es decir, no pudo ver nada. Simplemente oscuridad. "No puede ser, algo sucede", pensó. Volvió a mirar y la negrura continuaba, como si alguien tapase la lupa. De repente, despareció la oscuridad y se asustó al inundar la luz su retina. Se apartó de la puerta instintivamente, y se quedó apoyada en la pared de enfrente. Algo no iba bien. Se le erizó el vello de la nuca cuando se dio cuenta de que no entraba luz por debajo de la puerta, como sí sucedía cuando era de dia, como ahora. De repente, algo se movió y la luz entró de nuevo. Aquello ya era demasiado. Puso la cadena, corrió el cerrojo y se apartó tres o cuatro metros andando para atrás por el pasillo. No sabía que hacer, aquello era alucinante. Pensó en llamar a la policía, pero ¿Qué les iba a contar? Pensó en llamar a algún amigo, el mas fuerte, pero se iban a reír de ella. Después de unos instantes de reflexionar, se dijo: "Va, abre la puerta y verás que no hay nadie". Así que descerrojó, quitó la cadena y cogió el pomo para abrir. Notó que alguien desde fuera también hacia fuerza. Lo soltó dejando ir un agudo chillido. El corazón se le puso a cien y un sudor frío le recorrió la espalda. Confirmado, ahí fuera había alguien o algo que quería entrar. Así que respiró fuerte y pensó que era una de aquellas veces en la vida en las que se ha de dar la cara, no valía esconderse. Cogió la barra del aspirador que había en el armario del recibidor y sin pensárselo, abrió la puerta y salió fuera decidida. No puede ser, estoy alucinando, se dijo cuando acabó de dar el paso. En vez de estar en el rellano de la escalera, volvía a estar en su casa, pero de espaldas a la puerta cerrada. ¡Estaba segura de haber salido! Hizo como si no hubiera pasado nada, se giró, volvió a coger el pomo con fuerza y salió otra vez con mas energía. De repente, se dio de morros con la pared del pasillo de su casa. Se giró y volvió a ver la puerta, por dentro. Sin poder evitarlo, rompió a llorar. Es como si al otro lado de la puerta hubiera una copia perfecta de su casa. ¡Pero no podía ser! Se le cayó el tubo y con la espalda apoyada en la pared fue resbalando hasta quedar sentada en el suelo. Hundió la cabeza entre las rodillas y siguió llorando unos instantes. De repente, se levantó y fue derecha a la mirilla. Sólo vio oscuridad. Pero esta vez no apartó la mirada. De golpe llegó la luz, pero antes de que la cegara, le pareció ver el ojo de una persona que se apartaba. La ira la llenó. Cogió el tubo de nuevo y salió por la puerta gritando de rabia como nunca lo había hecho. Esta vez se hizo daño. Al encontrarse con la pared del pasillo, dentro de su casa otra vez, el tubo le golpeó el estómago y le cortó la respiración por unos instantes. Se quedó en el suelo, tosiendo y llorando, deseando que aquello fuera un sueño e imaginando el momento de despertar.....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó el resultado. Es genial cuando las palabras y las imágenes se compenetran de esta forma.
Un placer colaborar en la experiencia. :)
¡Abrazos!

Salva dijo...

Vaya agobio!!! qué sufrimiento