Una segunda oportunidad

Foto: Sara Clavijo
Texto: Martin Gallego

Esta imagen destila sensualidad ( o eso me parece a mí). He intentado afrontar el reto de hacer un relato suave, sugerente, pero con grandes dosis de deseo.....




Una segunda oportunidad

Se acabó de quitar la ropa y se sentó en el borde de la cama. Pensó que había tenido su ocasión y la había dejado escapar. Como todos los viernes, habían acabado de trabajar y habían ido a comer algo junto con todos los del turno de la noche a un bar que abría muy temprano. Mientras estaban en la mesa sus miradas se habían cruzado varias veces, y las últimas iban acompañadas de sonrisas. Hacía ya tiempo que la atraía, cuando en la fábrica se cruzaban o se veían, siempre se fijaba en su figura. Imaginaba su cuerpo debajo de la ropa azul de trabajo, alienante, asexual, e imaginaba como sería arrancársela y descubrir el misterio de sus formas, el sabor de su piel, el olor de su deseo.... Se miró en el espejo, a medio desnudar, y se vio hermosa, incluso estando cansada como estaba. Se sabía deseada por los hombres y algunas mujeres. Pensó en como sería recorrer su piel, suavemente, y dejarse llevar y que su lengua explorara cada pliegue, cada rincón de su cuerpo que no podría ni querría negarle…… Cuando salieron fuera del bar estaba amaneciendo y lloviendo. Le preguntó si la levaba a casa, y durante el trayecto nadie habló. Estuvo a punto de decirle algo varias veces , pero no encontraba la manera de empezar. Normalmente no se cortaba, pero esta vez era diferente, la atracción y el deseo era tan fuerte que le embotaron la lengua. Cuando llegaron se bajó casi antes de que hubiera parado el coche y dijo gracias ya casi en la puerta de su casa, sin mirar atrás, como una adolescente. Ahora se sentía mal consigo misma. Se levantó para ir al lavabo cuando sonó el interfono:
-¿Si, quien es?
-Soy Susana otra vez, te has dejado el móvil en el coche
-Sube, por favor
Colgó el aparato y con un escalofrío de felicidad apoyó la espalda en la pared imaginando los instantes que vendrían a continuación, mágicos, hermosos, salvajes…… y le dio gracias al destino por permitirle una segunda oportunidad que no iba a desaprovechar.

Alegria

Foto: Enrique Escalona
Texto: Martin Gallego



Os recomiendo encarecidamente que paséis por el blog de Enrique. Cuando me llegó esta foto, ví una alegría de vivir que fué la que dió nombre al relato. No se porqué, vino otra vez música a mi cabeza e intenté ligarlo todo. Si alguien quiere la canción, le cedo los derechos.....








Alegría


- Hola, soy yo. Cuando puedas vente para casa, que tengo una canción nueva para arreglar. ¿Cómo? Si, si, la acabo de hacer. Mira, espera un momento que pongo el manos libres y la escuchas. A ver, este botón. ¿me oyes?
-Si, perfectamente
-Pues espera, que cojo la guitarra. Pondré el metrónomo también. La velocidad es 120 mas o menos, movidita, y el ritmo un chachachá o algo así, ya veremos. La he hecho en Re, me gusta, es alegre y me va a la voz. Se titula Alegría. Dice así:

Que bonitas
mañanas de marzo
cortando la brisa
cogida a tu brazo

oigo tu risa
llenar mi jardín
respiro alegría
flor de jazmín

espero que llames
y si no llamo yo
te di unas llaves
son de mi corazón
son de mi corazón

-Y ahora viene el estribillo:

Saludo al sol cada mañana
y si llueve me da igual
solo necesito tu cara
y un trocito de pan
solo quiero tu cara
y un trocito de pan

Y volvemos a otra estrofa:

Si te escapas
siempre te sigo
y compartimos
crimen y castigo

las cosas dulces
que tu me das
son como el aire
para respirar

Y acabamos con otro estribillo:

Te envuelvo con los ojos
lo mas dulce es para ti
me das tanta alegría
que no voy a resistir
me das tanta alegría
que no puedo resistir


-Ya está. ¿Qué te ha parecido?
-Joder Julieta, que bonita!!. Será un bombazo. Podemos hacer los estribillos dobles. Ya me imagino la gente cantándola en los conciertos. ¡Pero si se me ha pegado la melodía y sólo la he oído una vez!
-A que sí! Es muy chula. Y entre estribillo y estrofa tengo pensada una frase de acordeón. Ja, ja, ja, hoy estoy fina…..
-Oye, ¿Y cómo se te ha ocurrido?
-Pues mira, que tengo el dia alegre…
-No me lo creo, tiene que ser por algo mas. ¿No será que has encontrado la foto esa que buscabas el otro día con tu primer novio?
-Podría ser…..
-Ahora si que no aguanto mas. Me la tienes que enseñar. Voy para allá corriendo.
-Ja, ja, ja, ja! Hasta ahora!
-Chao. Pip-pip-pip-pip….

La muchacha y el mar

Foto: Mertxe Alarcon
Texto: Martin Gallego

A ver, situémonos. Caminamos por la costa en un atardecer brumoso de invierno hasta que se va la luz y luego entramos en una posada a tomar algo caliente con la imagen fantasmal de las piedras y el agua aún en nuestra retina. Al preguntar el porqué del nombre tan bonito de esa playa áspera y espectral, alguien contesta:




La muchacha y el mar

Alvaro era el rey mas sanguinario y orgulloso de su tiempo. Dice la leyenda que cuando se cansó de batallar con sus vecinos y su reino creció a base de sangre y fuego, se fue mas allá del mar a combatir al infiel. Volvió victorioso y con el botín mas preciado: la hija del Califa. El Rey, orgulloso, primero la mostró al pueblo como si fuera un trofeo de caza y luego la encerró en su fortaleza sobre el acantilado. Con el transcurrir de los días y cautivado a su pesar por la belleza de la muchacha, la lujuria y el ansia de poder hablaron por su boca: “Mañana nos casaremos. Si no aceptas, volveré y arrasaré tu país. No dejaré piedra sobre piedra y todas las almas irán al paraíso.” le dijo , y ella, sin apartar la vista del mar, le pidió despedirse esa noche de su dios frente al agua. El noble no se pudo negar, y bajaron a la playa. Los elementos se habían aliado para la ocasión: soplaba un viento de ira y las olas batían desafiantes, cada vez mas altas, cada vez mas fuertes. Le dijo que la dejara sola para rezar, y a la vista del tirano entró en el agua sin que éste pudiera evitarlo. Con un abrazo mortal el mar la acogió dentro de sí amparando la decisión valiente de quien no quiere el futuro que el destino le había preparado. El Rey llamó a su ejército y ordenó que la sacaran. Ciego de ira y despechado ordenó que los hombres lucharan contra el viento y el agua, que doblegaran los elementos, que obligaran al mar a devolverle lo que era suyo. Escupió al cielo que él había derrotado a los ejércitos mas poderosos de la tierra, que el mundo le pertenecía y que no le podía vencer una simple muchacha hija de un infiel. Y gritando el nombre de ella se adentró con su ejército en el mar vengador en busca del amor que no había sabido ganar. Aún hoy, amigo viajero, se pueden ver en la costa las piedras tumbadas en recuerdo del ejército que fue vencido hace ya mil años para castigar la maldad de un rey, y algunos dicen que en los días de temporal una figura blanca camina sobre ellas...... Del tirano ya nadie se acuerda, pero la playa perdurará para siempre en la memoria de los hombres con el nombre de la prisionera: Zumaia.

Juego, luego existo

Texto: Martin Gallego


Cada vez me lo ponéis mas difícil, al igual que la protagonista de este relato, pero al final acabamos resolviendo la situación (con un poco de imaginación, claro…). Creo que Eduard me debe un café, porque la foto que me ha pasado se las trae….


Juego, luego existo



Siempre le pasaba igual. Llegaba un momento en que se bloqueaba y pensaba “¿Qué hago yo aquí?” Sabía que lo que mejor le funcionaba en esos momentos era cerrar los ojos, poner la mente en blanco y aislarse por completo. Claro que era difícil con las luces, las cámaras, el ruido, la gente…..Pero la experiencia era un grado y ella tenía mucho de lo primero... Así que se dijo “A trabajar” y se dispuso a seguir con energías renovadas. Había comenzado como siempre, a la manera estándar, haciendo la parte externa. Luego había agrupado los colores, y ahí es donde tenía ventaja sobre la mayoría de sus rivales. Veía muchos mas tonos de color que la gente normal, y en los rojos era donde mas divisiones de diferentes tonalidades podía hacer. Eso unido a su excelente memoria fotográfica de conjunto, y a su enorme retentiva del espacio en 3 dimensiones, hacía que fuera una superdotada y la campeona que era. Recordó sus inicios, cuando nadie la tomaba en serio excepto su padre, y fue él quien la llevó al extranjero a competir con 10 años, para probar. Y vaya si fue bien la prueba. Desde entonces era profesional, se ganaba la vida con lo que había comenzado siendo un juego. Volvió a la realidad y miró de reojo a sus rivales, todas chicas. Vio que iban atrasadas. El spiker bramaba jaleando al público y los focos iban de tablero a tablero, deslumbrándola cuando menos se lo esperaba. De repente, todo cuadró en su cabeza y no pudo evitar una sonrisa de autosatisfacción. Ya sabía cómo resolverlo, aún cuando le faltaba algo menos de la mitad. Sabía donde estaba cada pieza o cómo encontrarla, y se lanzó a una frenética exhibición de velocidad. Las cámaras y los focos se concentraron en ella, al fin y al cabo es lo que habían estado esperando. El comentarista gritaba mas fuerte que nunca y el rugido del público llegaba hasta ella, dándole alas. Sus manos iban tan rápido que costaba seguirlas con la vista, y las pequeñas dudas de posición se resolvían al instante. Sus rivales supieron que estaban perdidas. La mayoría dejaron su juego y se pusieron a mirarla como espectadoras privilegiadas de primera fila. Ella seguía con lo suyo. Esta vez la resolución fue larga, pero todo cuadraba. Estaba siendo una auténtica exhibición que se recordaría por mucho tiempo, y ella se sentía en plenitud de facultades. Dio gracias al fotógrafo que había tomado aquella imagen, aunque lo había maldecido la primera vez que la vio. Ya quedaba poco, y ahora estaba segura de que lo iba a conseguir. Una idea audaz la asaltó y se dijo “Ajá, lo voy a hacer” antes de soltar una carcajada y modificar su actuación. Ahora sus manos ya iban a hipervelocidad y eso unido a la música, la voz que atronaba, las luces flasheantes y el público enloquecido los llevó a una especie de climax colectivo que se resolvió cuando ella se dispuso a poner, ahora sí a cámara lenta, la última ficha y rellenar el hueco que había dejado intencionadamente justo en el centro de aquel puzzle de 10.000 piezas que la hacía campeona del mundo.

La Ciudad Dormida

Foto: Hodari
Texto: Martin Gallego


Solo he visto la ciudad como en la foto de Hodari cuando vuelvo de concierto o cuando voy a trabajar. Como del trabajo hoy no hablaremos, toca música. Este relato no está basado en ningún personaje real, sin embargo todos tenemos un poco de borbones….



La Ciudad Dormida


“Pare, pare donde pueda” le dijo de golpe al taxista, y éste lo hizo nada mas pasar el puente. “Es un momento, hago una foto y vuelvo”. Retrocedió hasta el centro, tomó dos o tres imágenes dejando la cámara apoyada en la barandilla y volvió al coche. Si no se hubiera ganado la vida con la música, lo habría hecho fotografiando. Los últimos cuatro discos que había sacado sólo tenían fotos hechas por él, y según las críticas y los premios no eran malas… Estaba seguro de que la imagen que acababa de tomar sería la portada del próximo, había sentido esa sensación de cosquilleo en el estómago que sucedía cuando acertaba. Le pasó también cuando mezcló la canción que daría título al disco, La Ciudad Dormida. Aún ahora se le erizaba el vello al recordar ese momento. Cuando arrancó el coche, el conductor le preguntó: “¿Cómo ha ido el concierto?” “Bien, le dijo él, tienen ustedes un auditorio cojonudo. Me ha dicho el técnico de sonido que sólo ha utilizado un cuarto de la potencia que usamos normalmente, y eso es bueno para sonar bien. Y la gente de aquí es fantástica” Recordó los conciertos del principio, muchos de ellos sin cobrar, con material cutre y a veces sin equipo de sonido, con el micro de la voz enchufado en el ampli de la guitarra o del bajo…Claro que a ellos y a la gente que les veía les daba igual, al día siguiente la inmensa resaca apartaba todo recuerdo de cómo habían sonado. Cuando grabaron el primer disco y tocaron 150 veces en un año, la cosa ya fue bien. Demasiado bien. Apareció el dinero, la fama, la farlopa, ir puesto era la pose, y posaban todo el rato y todos los días. La portada del último disco juntos era una carretera con una largísima raya continua…..Pero hacían buenas canciones. No se explicaba cómo, pero buenas canciones. Después de tres cedés, los cuerpos y las cabezas no aguantaron mas y llegó la ruptura. El no se sentía a gusto con ese modo de vida y se apartó. En un año compuso los temas de su primer disco en solitario, buscó los mejores músicos y técnicos que el dinero podía pagar y lo grabó en su casa, sin florituras pero contundente. Si miraba para atrás tenía la sensación de haber hecho bien las cosas. Le gustaba la música que hacía, y al resto del mundo parecía que también. La oía cuando caminaba por la calle y pasaba junto a una ventana abierta, la tarareaba la gente cuando estaba contenta, se la habían pedido de banda sonora para un anuncio de Unicef….. Pensó que era un ser afortunado ya que vivía de lo que mas le gustaba hacer. Miró el reloj, vio que no era muy tarde y le dijo al taxista: “¿Sabe algún sitio tranquilo para comer algo y tomar una copa?” Normalmente volvía al hotel después del bolo, pero hoy se sentía con ganas de algo mas. Pensó “!Que coño, y porque me lo merezco, si parezco un monje de clausura, de casa al avión, del avión al hotel, del hotel al bolo, luego hotel, avión y para casa otra vez. Hoy toca salir”. Y sonriendo se acomodó en el asiento tarareando aquella melodía que le rondaba por la cabeza desde hacía un par de días y que aún no tenía letra….

El coleccionista de relojes

Foto: Adriano Moran
Texto: Martin Gallego

En este relato he hecho un poco de trampa. Un conocido tiene esta curiosa afición, y hacer un relato sobre ella era inevitable. Le pedí una foto a Adriano sobre un reloj e hice el cuento con una idea preconcebida, pero creo que el resultado vale la pena......


El coleccionista de relojes.

El día que murió su padre, Antonio se quedó con su reloj. Era un aparato sencillo, de los que hay que darle cuerda cada día, pero pensó que al hacerlo se acordaría de él. No se extrañó que estuviera parado. Luego pidió que le dieran el reloj de una tía por parte de su madre que no dejó hijos, y a partir de entonces en la familia ya era una tradición guardárselos. Pero siempre que le daban uno, no funcionaba. La gente decía que sí, que iban, pero el veía las agujas paradas en el momento en que el dueño dejó de ser. No entendía porqué sólo él los veía parados. Era una anomalía inexplicable e inútil. Luego, siempre hacía lo mismo: los ponía en hora, les daba cuerda y ya está, funcionaban. Pasado el tiempo, empezaron a darle los relojes de amigos, conocidos o compañeros de trabajo que habían muerto. Ya no eran sólo de pulsera, los había de cadena, de sobremesa y de pared. Algunos eran realmente feos, a pilas, de plástico, pero a él le daba igual mientras lo hubiera usado y mirado una persona que ya no estaba. Antonio pensaba que de esa manera se burlaba de la muerte porque el tiempo de ellos seguía corriendo, creía que así la parca no se había salido con la suya totalmente. Sentía una gran satisfacción interior paseando entre sus relojes, los miraba y veía el rostro de aquellas personas que habían desaparecido, estaba convencido de que su alma moraba entre ruedecitas, engranajes y agujas. Evidentemente, nunca se lo había dicho a nadie, ni siquiera a su mujer. No estaba seguro de que le creyera. Cuando ella enfermó, todo fue muy rápido. A los tres días de estar en el hospital los médicos plantearon una operación a vida o muerte. Cuando la llevaron al quirófano, Antonio se quedó en la sala de espera con su reloj. Lo miraba absorto, sin pestañear, controlando la duración de los segundos, oyendo el ruido acompasado de la maquinaria como si fuera el bombeo de su corazón, con los dedos en la ruedecilla sabiendo que estaba en su mano que las agujas no pararan de marcar un número tras otro, segundo a segundo, minuto a minuto, promesa de vida. No vio la figura oscura que se puso a su lado, pero sí oyó claramente como dijo: “Dame ese reloj”. Se le erizó el vello de la nuca, y sin apartar la vista de la esfera, el contestó: “Estas agujas no se pararán, tengo el don y lo voy a usar. Mientras La Vida no me abandone, lo vigilaré. Vuelve cuando yo no esté” La figura oscura se apartó un poco y dijo: “El tiempo y yo somos la misma cosa. Sólo La Vida se mide en porciones de tiempo. Ella se multiplica en sucesivos ciclos encadenados como los segundos de un reloj. Yo reclamo el fin de cada ciclo. Tu don desaparecerá contigo cuando acabe tu ciclo ya que altera el orden natural de las cosas. Aprovéchalo”. Sin dar opción a réplica, la figura se fue y Antonio siguió mirando las agujas avanzando segundo a segundo, minuto a minuto, mientras una lágrima de vida cayó por su mejilla….

Viento solar

Foto: Nilo Merino
Texto: Martin Gallego
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Me gustan los relatos fantásticos. En ellos hay una parte de creación libre, una liberación de la obligación de ajustarse a lo real que hace que sean mis preferidos. Además, he leído en vuestras mentes que a vosotros os pasa lo mismo…..




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Viento solar
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Estaba desarrollando el texto de la ponencia. Llevaba mucho tiempo concentrada y le dolían los ojos y la cabeza. Se levantó, se acercó a la ventana y vio las antenas que seguían inútiles allá arriba en la montaña. Las habían dejado como recuerdo del tiempo anterior. El gran apagón ocurrió ahora hacía casi cuatro años, seis meses antes de que naciera Juan, su hijo. De un día para otro y para siempre dejaron de funcionar todos los aparatos que utilizaban comunicación inalámbrica o eran sensibles a las ondas electromagnéticas: teléfonos móviles, comunicaciones, televisión, radio, etc. Todo dejó de funcionar, excepto aquellos aparatos robustos conectados por cables a la manera antigua. La causa fue una oleada de viento solar brutalmente cargada de energía que volvió locos a la mayoría de aparatos electrónicos. Desde entonces se sucedían fenómenos anormales: cambiaba de lugar aleatoria y alternativamente el polo magnético de la Tierra, se veían enormes auroras boreales hasta en los trópicos, y el agua cambió el sentido del giro. Eso era lo más evidente. Pero Sandra creía que habían pasado más cosas. Ella era pediatra, y además tenía a Juan. Estaba completamente segura de que el niño no era normal. Bueno, normal sí, pero no reaccionaba siempre normal. Cuando sucedió el apagón, ella estaba embarazada de tres meses, y desde hacía un tiempo había ido recopilando sigilosamente datos de conducta de niños nacidos en fecha similar al suyo. Todos actuaban igual, sin excepción. Juan se comportaba con ella de manera normal y hacía en casa las cosas de un niño normal. Reía, jugaba, lloraba, hablaba y dormía como se esperaba de un crío de tres años. Pero cuando se juntaba con otros niños nacidos el mismo mes o más pequeños, no hablaban. Chillaban, reían o lloraban, o sea, emitían sonidos, pero no hablaban entre ellos, nunca. Ese era el tema que iba a desarrollar en el congreso de Pediatría de París al que iba a acudir ese fin de semana. Argumentaría que la causa de ese comportamiento infantil fue el viento solar. Pensó que la naturaleza debía hacer así las cosas y seguro que no era la primera vez que la evolución se manifestaba de manera brusca. Juan y los otros niños eran telépatas, se comunicaban entre sí con la mente, y lo hacían de manera natural…. Sandra suspiró y se volvió a sentar pensando que en el fondo era afortunada por haber asistido a la siguiente etapa de la evolución humana…..

¿Tienes un lago?

Foto: Lorena
Texto: Martin Gallego
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Para escribir esta reflexión, que no relato, he tenido que reordenar mis pensamientos sobre la naturaleza, y creo que el ejercicio ha valido la pena. Sería bueno que todos tuviéramos un lago donde acudir de vez en cuando……
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¿Tienes un lago?
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Cierro los ojos y lo puedo sentir como si estuviera allí. El gris oscuro del agua fría, densa, que oculta abismos insondables donde moran los secretos del lago y donde imagino que se esconden las criaturas que nos roban los sueños y que de día se sumergen sabiendo que no los seguiremos. La cadencia adormecedora de las olas me tranquiliza y mi corazón acompasa sus latidos como si quisiera resonar al unísono con ellas, fundiéndome en una armonía natural como si estuviera en el seno de mi madre. Admiro las nubes fugitivas que pasan y se deshacen y se vuelven a formar en un ciclo inacabable y dinámico, convertidas en un espectáculo grandioso y cambiante que me hipnotiza y me hace sentir pequeño, insignificante, temporal. Las montañas están, permanecen inmóviles y reconocibles. Tan sólo cambian la piel con las estaciones en un ciclo vital sin fin, como una gran serpiente jorobada a la que veríamos moverse si pudiésemos acelerar el tiempo. El tiempo. No existe frente al lago, tan sólo yo y la naturaleza, tan sólo el cosmos y yo. El cosmos está dentro de mí y yo le pertenezco. Siento que soy parte de la tierra, y que a la vez la tierra está para mí. Gran engaño, puro egoísmo de criatura vanidosa. Saber de la muerte me hace buscar un significado a mi existencia, necesidad vital. No me cabe en la cabeza vivir para nada. La tierra me ignora, el cosmos me obvia como si no tuviera importancia, como si no fuera nada, como si estuviera de paso.…
De vez en cuando la vida hincha la bolsa de mi vanidad y la autocomplacencia amenaza con asfixiarme. Entonces pienso en el lago, cierro los ojos y por un momento puedo sentir que estoy allí. El lago me enseña a ser humilde.

Harta

Foto: Skynet
Texto: Martin Gallego
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Desgraciadamente, ésta no es una historia de ficción. Cada uno lucha contra sus propios demonios, pero a veces algo hace clic! en nuestra cabeza y pasamos la frontera entre el bien y el mal, la vida y la muerte, el pienso y la carne picada….
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Harta.
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Esa mañana se sentía bien. Se había bañado y se había puesto aquella ropa nueva que a él no le hubiera gustado. Bajó a la calle y la luz brillante de invierno, limpia, hiriente, le hizo dar gracias a la vida. Se puso las gafas de sol y se fue avenida arriba hasta llegar al solar. Sacó de la bolsa la carne picada con odio y se la puso a los gatos. Normalmente les ponía pienso, pero hoy había menú especial. Los miró mientras sus boquitas se teñían de rojo venganza y pensó que le hubiera gustado que él le hubiera regalado uno, pero los odiaba. Él odiaba todo lo que a ella le gustaba, y disfrutaba diciéndoselo. Pero hoy él no estaba. Pensó en un café con leche y unos churros y se dejó llevar hasta el bar. No se quitó las gafas al entrar, había algunas conocidas y no quería que le vieran los moratones. Se fijó en el camarero, joven, de buen ver, e intentó recordar en vano cuándo fue la última vez que había hecho el amor. Saboreó el desayuno y pensó en las mujeres que su marido se habría tirado esos años, como hubiera dicho él, mientras ella en casa cuidaba de los críos y se esforzaba en ser buena, eficiente, guapa….. Sacó un cigarrillo y sin importarle si estaba prohibido o no, lo encendió a su salud, de ellas y de él. Salió a la calle y caminó un rato. Al llegar delante del edificio, tiró la colilla y entró. Se dirigió al mostrador sin dudar y le dijo a bocajarro al policía de guardia: “He matado a mi marido, era un hombre sin corazón y ahora se pudrirá sin él”. Después se giró, se dirigió a una silla, se sentó, y ahora sí, se permitió pensar en cómo sería la vida en la cárcel.

La Luz

Foto: Laura Comellas
Texto: Martin Gallego
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Esta fotografía es pura luz, pero ¿Qué es la Luz? Probad de definirla, veréis cuantas variantes aparecen. Claro que no todo el mundo lo ve de la misma manera......
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.La Luz
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La revista Ciencia y Vida había convocado una consulta entre sus lectores. La pregunta era: “¿Qué es la Luz?”. El premio de 1 millón de euros a la mejor respuesta fue seguramente el motivo de la avalancha de correo de todo tipo que llegó, no la pregunta en sí misma. Lucía era la editora de la revista y la que conducía la reunión para decidir el ganador:
“Hola a todos. Ya tengo las mejores respuestas que me habéis ido pasando y la valoración de ellas que habéis hecho. Me ha gustado mucho la del niño que dice de la luz: “Le das, clic-clac, y viene y se va”, es ingenua y fresca. La del sacerdote que dice que “fue la primera manifestación de Dios” es una definición mas profunda de lo que parece, pero es parcial. El chico aquel físico que ha enviado el tocho de ensayo quiero que lo fichéis para la redacción. Sabe mucho y se explica bien, pero no tenemos espacio en el papel para publicar su respuesta si gana. Muy cachonda ha sido la contestación de un fotógrafo que dice que sin luz no podría pagar la hipoteca. Ya conocemos a los fotógrafos, no son gente seria…( risas ). Una que me ha gustado muchísimo y he valorado seriamente para darla como ganadora es la de un aficionado a la astronomía que ha dicho: “la luz es el lenguaje de las estrellas”. Es hermosa, poética, hubiera ganado de no ser por esta respuesta que ha enviado una ciega, y a la que le vamos a entregar el premio. Leo textualmente:
“Recuerdo la luz. No se sabe lo que es hasta que no se tiene. Sólo en su ausencia valoramos lo importante que es para nosotros. Cuando dejas de ver, guardas como un tesoro el recuerdo de la luz rasera de la mañana iluminando las plantas a contraluz, o aquellos atardeceres gloriosos donde una se siente en comunión con tanta belleza. Pero sobre todo, cuando pasa el tiempo te esfuerzas en no olvidar el rostro de las personas que quieres. Cuando la desesperación me abate porque la oscuridad se come los recuerdos, grito para mí misma: ¡Imagina la luz, no la olvides! La luz es el alimento del alma.”


Dedicado a Lucia, mi abuela materna, cegada por una infección hospitalaria en su madurez.

El mar

Foto: Pep
Texto: Martin Gallego
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El mar
Esta foto es una excusa para hablar de sensaciones. Lo que me ha sugerido no es un relato, sino mas bién pensamientos que me provoca el-la mar cuando estoy delante y me siento niño....
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Cielo, viento, agua, la cadencia adormecedora del motor, las olas lamiendo la proa, la estela señalando a tierra, todo el mar por delante....
La vida cobraba sentido sentados en el banco de su barca. El mar iba bien para pensar. Compartían el silencio, un silencio cómodo, confortable, sólo roto por frases cortas: coge el timón, dame esa cuerda, parece que lloverá......
No hablaban de ello, pero pensaban lo mismo en sus ratos sin palabras: ansiaban fundirse con el mar. Si pudieran, se habrían convertido en peces plateados, veloces, para bajar a las profundidades, para jugar con las ballenas, para reirse de las tormentas, para encontrar el horizonte y ver que hay al otro lado. El mar era una gran madre que los acogía en su seno. Era una idea extraña pero hermosa. Ya no eran peces, eran niños que jugaban con las maravillas que su madre, la Mar, guardaba en su interior. Eran hombres que no habían dejado de ser niños, con todo el mar por delante, la estela señalando el horizonte, las olas lamiendo la proa, la cadencia adormecedora del motor, agua, viento, cielo, tierra.....
Dedicado a Joan y Eva.

Una historia increible

Foto: Pilar Marsá
Texto: Martin Gallego
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¿Qué tienen en común una enana, Las Ramblas y Bill Gates? Pues hasta ahora nada, pero eso puede cambiar....
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UUna historia increíble
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Cuando vio venir a los fotógrafos supo que aquello no iba a ser bueno para ella. En Las Ramblas pasaba desapercibida desde hacía tiempo. Cuando le pidieron permiso para fotografiarla, no se pudo negar. A fin de cuentas vivía de eso. Pero esta vez tuvo una mala sensación. Estuvieron un buen rato e hicieron un montón de fotos. “Son para el diario”, dijeron, pusieron 5 euros en la caja y se fueron corriendo. Al día siguiente salió la foto en el periódico. Le habían dado el premio Gates de la Concordia a Las Ramblas y en la imagen que ilustraba la noticia salía ella. El pié de foto decía: “El premio instaurado por el magnate americano ha recaído sobre el colectivo humano de esa calle por sus valores de tolerancia hacia las personas sin tener en cuenta su origen, clase social o nacionalidad”. Ahora sí que estaba jodida. No volvería allí. Estaba cansada de huir, de no poder echar raíces, de que la gente que quería se muriese de vieja, y no podía hacer nada. Ella simplemente vivía. Pasaban los años, muchos años, y ella seguía viva. Con el tiempo conoció a algunos como ella, aunque era la única enana. Ninguno había hecho nada especial para que sucediera, y nadie había vendido su alma. El único diablo que conocía era un francés maleducado que se ponía disfrazado de demonio casi en la puerta del Liceo y se dedicaba a asustar a los turistas. Estaba desesperada y triste. Hacía muchos años también hizo de modelo y luego se arrepintió. Tenía la impresión de que se iba a arrepentir nuevamente por dejarse fotografiar. Otra vez a dejarlo todo, otra vez a huir….
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Pidió al ordenador la portada de los principales diarios y en casi todos aparecía la misma foto de Barcelona. Le habían dado el premio Gates, su premio, a una calle de esa ciudad. El donativo que lo acompañaba era enorme, pero a cambio le daba prestigio y rebajaba impuestos. Se fijó en la foto. Se veía el paseo, con gente caminando, una enanita que era observada por todos y un fotógrafo retratándola. Inmediatamente algo hizo clic en su cerebro. Pidió ampliar la zona de la foto donde estaba la mujer y no dio crédito a lo que veía. Imprimió la imagen y salió con paso ligero. Al llegar a la gran sala, encontró allí a su secretario. Al verle alterado, éste le preguntó: “¿Qué sucede, Sr. Gates?” “Mira esta foto, a ver si te suena”. El asistente la cogió, la miró asombrado y se dirigió hacia un cuadro enorme situado en el centro de la pared principal. Se paró a un metro y dijo: “¡Asombroso, es la enana del cuadro de Velázquez!”. El multimillonario sonrió asintiendo satisfecho y dijo: “Quiero que la encuentren. Me gustaría preguntarle un montón de cosas….”

La caja

Foto: Toti
Texto: Martin Gallego
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Está claro, había que hacer una historia de libros. Puse a trabajar la neurona y en el relato que salió, la acción no sucede en París, Roma o Londres, sino en Córdoba, que por cierto, es mucho mas bonita........
Evidentemente, los personajes actuales son ficticios.
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La Caja
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-Pero Manolo, ¿Dónde vas con ese martillo?
-Por mis cojones que quito la mierda de piedra esa. Ahora verás. ¡Pam! Ya está!
-Ostia, vaya agujero, no hay nada detrás. A ver… ¡Coño, si me cabe el brazo entero! Toco algo, déjame que mire…..No se ve nada, está oscuro. Joder, vaya olor a rancio, esto llevaba cerrado mucho tiempo. ¿Sabes qué? Voy a avisar al capataz….

-Aquí lo tenemos. No lo sabe nadie, tan sólo los obreros que hacían las obras, el capataz y yo. Me han asegurado que no dirán nada y se lo he agradecido. Os presento, ya que no os conocéis entre vosotros: Maria Blázquez, Conservadora Jefe del Museo Arqueológico Nacional, Josep Pujol, arqueólogo especializado en bienes muebles de la Autónoma de Barcelona. Como ya sabéis, yo soy Fernando Saavedra, director del Museo Arqueológico de Córdoba. El martes pasado dos operarios hacían unas obras de tendido informático y seguridad junto a la zona de excavación en el muro exterior de la Mezquita. Al ir a hacer una pequeña zanja junto a una pared de adobe, a 20 centímetros por debajo del nivel del suelo, apareció una piedra entre los ladrillos. Al retirarla, accedieron al escondite donde estaba esta arqueta. La sacamos con mucho cuidado y la trajimos aquí, donde ha permanecido en condiciones controladas de temperatura, humedad e iluminación. Suponemos que es una arqueta por el tamaño y la forma: 62 centímetros de largo, 44 de ancho y 55 de alto, con un peso de 14300 gramos. Le cedo la palabra a Josep, que procederá a abrirla.
-Bueno, como llegué ayer la he podido mirar con detenimiento. El exterior está recubierto con plancha de plomo, no industrial evidentemente, asegurada con clavos hechos a mano. Por la pátina externa del plomo y la forma y oxidación de los clavos, yo diría que es muy antigua, hay posibilidades de que sea anterior a la conquista de Córdoba por los cristianos. Procederemos a quitar los clavos, poco a poco. Después retiramos la plancha de plomo, cuidando de no romperla. No tiene inscripciones…..hum…..ya está. Aquí tenemos la caja. Fue embreada por fuera, como el casco de los barcos, para repeler la humedad y los líquidos. Es de factura basta, no es refinada, que extraño…..La tapa no tiene bisagras, es como una caja de zapatos. A ver, levantamos, cuesta un poco pero va saliendo. Tiene un labio interior donde encaja la tapa sin sobresalir por los lados, fantástico para la estanqueidad. ¡Vaya grueso de madera! Ya está. Dentro hay un saquito de tela con una inscripción en árabe. ¿Alguien sabe leerlo….Fernando?
-Si, dice en caracteres arcaicos: “Alá es grande, Alá es sabio”. Pero aquí estamos acostumbrados a esa caligrafía, las paredes están llenas….
-Todo va cuadrando….Parece madera de cedro. Está bien hecha, muy resistente y con un grueso enorme para preservar del tiempo lo que hay dentro. Parece a medida del contenido, pero no tiene ningún tipo de adorno. Es extraño para la época. Un buen carpintero la habría hecho en 4 o 5 horas. Si se hubiera decorado con marquetería, como era normal entonces, habrían sido semanas, incluso meses. Se hizo bien, pero rápido…..Veamos el saquito. Deshacemos el nudo de la cinta y abrimos suavemente. Está en perfecto estado, parece seda. A ver el interior…. una hoja de papel hecho a mano escrito con caligrafía árabe, un libro que revisaremos mas tarde con caracteres griegos en la portada y otro saquito pequeño y muy pesado. ¿Será oro? Luego lo abriremos. ¿Quién sabe griego….doctora María?¿Qué dice la cubierta del libro?
-Pues dice: "Tratado de Medicina por Ibn Rushd", (o sea Averroes)…Que raro, en griego….Claro que según ellos era la lengua culta por excelencia, no el latín….
-Bien, luego volvemos al libro. ¿Qué dice la hoja de papel, Fernando?
-Mas o menos se lee: “Los bárbaros van a entrar en la ciudad, se está negociando la rendición. No puedo llevarme mi creación. Si tengo suerte y vuelvo algún día a mi amada Cordoba, empezaré de nuevo. He quemado ya la maquina y todos los libros menos dos. Uno lo dejo en esta caja, su hermano lo levaré conmigo. Si muero y algún día en el futuro lo encuentras, espero que la barbarie haya dejado paso a la ciencia otra vez. Ahora toca llorar. ¡Alá es grande, Alá es sabio!”. Ya está, no tiene firma.
-¿De qué máquina habla? ¿Será de guerra? ¡Joder, que excitación! Sigamos. Vamos a abrir el saquito. ¡Cómo pesa! Deshacemos el lazo, lo vaciamos suavemente…¿Qué es esto? ¡Son letras de imprenta! ¡Es el alfabeto griego clásico! Están muy mal hechas, son primitivas. ¡Es increíble! Pero un momento, eso quiere decir….¡El libro! Vamos a abrirlo. ¡Joder, es verdad, está hecho en imprenta! Es muy antiguo, miren las letras, bailando sobre la línea…¿Qué dice la presentación, doctora María?
-"Este Tratado de Medicina, escrito por Averroes, se imprimió en Cordoba el año 613 de la Hégira para ayudar a remediar los males del mundo, a mayor gloria de Alá".
-¡Pero eso es el año cristiano 1235, unos 200 años antes de la Biblia de Gütemberg!
-Bueno señores, haremos justicia con el pasado. Los bárbaros ya no lo somos tanto. ¿Alguien tiene el teléfono del Presidente del Gobierno?

Volver a empezar

Foto: Cazurro
Texto: Martin Gallego
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Nada es lo que parece, y sin embargo todo es lo mismo. No se porqué esta imagen me recordó una secuencia de cine, tal vez porque parece una escena muy bien compuesta, preparada, cosa que habla a favor del fotógrafo que la supo captar. En todo caso, el relato que me sugirió fué este:
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Volver a empezar
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¡Corten! dijo el director. "Ya está, señoras y señores, hemos acabado el rodaje. Les felicito a todos y todas y agradezco su colaboración". Todo el equipo aplaudió y se chocaron las manos o se abrazaron. La última escena había sido muy sencilla: en un plano fijo, el vagabundo, interpretado por el gran Jerónimo Valtierra, se despertaba en el banco tapado por un plástico azul. Se sentaba, miraba a unos turistas sentados en otro banco a la izquierda, se levantaba y salía de plano por la derecha. Se acabó. Jerónimo no se acostumbraba a verse con aquella pinta. El pelo largo y pringoso y la barba descuidada y enorme le hacían muy mayor. Aunque el no era jóven en realidad: "56 tacos bien llevados", pensó. Mientras esperaba para que le desmaquillaran, intentó imaginar cómo sería la vida de un vagabundo, pero al momento entró su secretario y soltó a saco: "Comemos aquí, y al restaurante vendrán los de El Pais para una entrevista. Luego volaremos a casa. Esta noche hay una gala a la que no dberías faltar y...."
Martín volvió al camerino sonriendo. Aquel había sido su primer trabajo después de muchos años. La monja que servía en el comedor de caridad le había dicho hacía unos dias: "Ves a ver a mi sobrino. Están haciendo una película y les hacen falta extras. Te cortamos el pelo y la barba y te buscamos ropa decente. Del resto ya me encargo yo, hablaré con él." Y Martín lo hizo así. Cuando iba para el Casting pasó por delante del vidrio de un aparador y se vió reflejado. No se reconocía. Ya no se veía viejo, encorvado, con el abrigo largo y varias capas de ropa debajo, con los bolsillos llenos de mil cosas que se iba encontrando, con la barba de varios años y el pelo largo y grasiento....Recordó las noches de frío intenso que el vino ayudaba a soportar, el miedo permanente a que le dieran una paliza, las ronchas y heridas en la piel por la falta de higiene, el sexo solitario, furtivo, o mas bien su ausencia....Llegar a verse así había sido cuestión de mala suerte. Nunca había tenido pareja, y cuando murió su madre se quedó solo. Cuando cerró la empresa y se le agotó el paro y los recursos, vendió la casita y se fué de alquiler. El dinero fácil, las malas compañias y la dejadez le llevaron primero a la ruina y luego a las deudas. Se tuvo que marchar......Hasta hoy. Se acabó de cambiar de ropa y fué a cobrar. Su papel fué muy sencillo: "Quédese sentado en el banco de la izquierda, junto con esta señora. Ustedes son unos turistas que miran un plano de la ciudad. Usted (le dijo a él) mire el papel y le señala algo a ella, que asiente. Así mientras dure la escena", le dijeron. Salió a la primera. Es curioso, pensó, es mi primera escena y la última de la película. Cuando le pagaron, sentía que era en realidad la vida que empezaba a devolverle lo que le había negado todos aquellos años oscuros. Al salir se dirigió a ver a la asistenta social, para que le ayudara a buscar un trabajo y un sitio donde vivir, tal como le había dicho muchas veces. Al pasar por delante de una floristería se le ocurrió comprar un ramito de margaritas a la hermana del comedor. "No creo que a Dios le importe," se dijo, "y si no fuera monja se iba a enterar, je je!", y con una sonrisa que iluminaba la calle como los faros de un coche, se dirigió al comedor a compartir su alegría.....

Te debo un abrazo

Foto: Toni Bernat
Texto: Martin Gallego
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No he podido evitar hacer una historia de amor. No es que no quiera hacerlas, pero soy un tio duro y tengo que preservar mi imagen.... Además, acaba bien. ¡Mecachis, ya se me ha escapado...!
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Te debo un abrazo
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Recogió las cartas del buzón antes de salir de casa: agua, gas, teléfono ("joder, este mes viene todo!"pensó), mucha publicidad y su carta. Reconoció la letra al instante. En realidad la esperaba desde hacía dias, aunque temía el momento en que llegara. Guardó los otros papeles en el bolso y salió a la calle con su carta en la mano. Juan se había marchado hacía dos meses. Las cosas no iban bien entre ellos ultimamente. De hecho, aceptar aquel trabajo tan lejos había sido una excusa de mutuo acuerdo para poner un paréntesis en su relación. El recuerdo de los últimos dias juntos era agridulce. Disfrutaban en la cama, pero había cosas de él que no le acababan de gustar, de hecho le molestaban. Y ahora que lo pensaba detenidamente, no había tenido ocasión de decírselo. Tan sólo una sensación de pequeñas frustraciones acumuladas combinada con mucho trabajo y unas gotas de mal humor habían bastado para poner mucha frialdad entre ellos antes de separarse. Había leído que si quieres a una persona la has de abrazar como poco una vez al dia. En la última época juntos, no hubieron abrazos. En ese momento deseó que él la abrazara, mas que hacer el amor o cualquier otra cosa en el mundo. Un abrazo suyo era seguridad, bienestar, era como cuando de pequeña su padre la apretujaba y ella explotaba de alegría. Pero él no estaba. Sólo tenía su carta. Se paró, respiró hondo y la abrió. Una persona que se cruzara con ella en aquel momento vería una chica con gesto muy serio leyendo una carta parada en medio de la acera. Pero ella no estaba en el mundo. Las palabras que él le escribió estaban ante sus ojos. Leyó: "Hola Rosa. Hace varias semanas ya que estoy aquí y he tenido tiempo para pensar en nosotros. Quiero decirte varias cosas y no puedo esperar a verte. Los último dias antes de marchar no hablamos mucho, ése fué nuestro error. Yo estaba de muy mal humor, no sabía qué hacer con el trabajo. Ahora me he dado cuenta de que el trabajo no es tan importante, al menos no tanto como tú. Te debo un abrazo, tengo ganas de abrazarte, de reir contigo, de decirte lo que no me gusta de tí y de que me digas lo que no te gusta de mí, de despertar a tu lado...
Pero tengo miedo de llamarte y oir cosas que no me gustaría oir. Por eso te escribo esta carta. Si tu quieres, me llamas y lo dejo todo. Llámame, por favor....Juan."
Lo que ocurrió después fué una explosión de sensaciones. Una persona que pasara por allí en ese momento vería una chica llorando, saltando de alegría con una carta en la mano, con ganas irrefrenables de abrazar a alguien y buscando el móvil desesperadamente, todo a la vez....

No mires...

Foto: Etringita
Texto: Martin Gallego
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Esta foto me encantó cuando la ví. Me pareció inquietante, y eso es lo que me inspiró este relato. A partir de ahora, miraréis menos por la mirilla de la puerta...


No mires....
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No supo porqué le dio por mirar. Nunca antes lo había hecho si no habían llamado previamente. Pero ese día, sin tener una razón para ello, algo la empujó a asomarse a la mirilla de la puerta de la calle. En vez de la escena habitual con la ventana a la izquierda que daba al patio de luz y la puerta del vecino de enfrente, no vio nada. Es decir, no pudo ver nada. Simplemente oscuridad. "No puede ser, algo sucede", pensó. Volvió a mirar y la negrura continuaba, como si alguien tapase la lupa. De repente, despareció la oscuridad y se asustó al inundar la luz su retina. Se apartó de la puerta instintivamente, y se quedó apoyada en la pared de enfrente. Algo no iba bien. Se le erizó el vello de la nuca cuando se dio cuenta de que no entraba luz por debajo de la puerta, como sí sucedía cuando era de dia, como ahora. De repente, algo se movió y la luz entró de nuevo. Aquello ya era demasiado. Puso la cadena, corrió el cerrojo y se apartó tres o cuatro metros andando para atrás por el pasillo. No sabía que hacer, aquello era alucinante. Pensó en llamar a la policía, pero ¿Qué les iba a contar? Pensó en llamar a algún amigo, el mas fuerte, pero se iban a reír de ella. Después de unos instantes de reflexionar, se dijo: "Va, abre la puerta y verás que no hay nadie". Así que descerrojó, quitó la cadena y cogió el pomo para abrir. Notó que alguien desde fuera también hacia fuerza. Lo soltó dejando ir un agudo chillido. El corazón se le puso a cien y un sudor frío le recorrió la espalda. Confirmado, ahí fuera había alguien o algo que quería entrar. Así que respiró fuerte y pensó que era una de aquellas veces en la vida en las que se ha de dar la cara, no valía esconderse. Cogió la barra del aspirador que había en el armario del recibidor y sin pensárselo, abrió la puerta y salió fuera decidida. No puede ser, estoy alucinando, se dijo cuando acabó de dar el paso. En vez de estar en el rellano de la escalera, volvía a estar en su casa, pero de espaldas a la puerta cerrada. ¡Estaba segura de haber salido! Hizo como si no hubiera pasado nada, se giró, volvió a coger el pomo con fuerza y salió otra vez con mas energía. De repente, se dio de morros con la pared del pasillo de su casa. Se giró y volvió a ver la puerta, por dentro. Sin poder evitarlo, rompió a llorar. Es como si al otro lado de la puerta hubiera una copia perfecta de su casa. ¡Pero no podía ser! Se le cayó el tubo y con la espalda apoyada en la pared fue resbalando hasta quedar sentada en el suelo. Hundió la cabeza entre las rodillas y siguió llorando unos instantes. De repente, se levantó y fue derecha a la mirilla. Sólo vio oscuridad. Pero esta vez no apartó la mirada. De golpe llegó la luz, pero antes de que la cegara, le pareció ver el ojo de una persona que se apartaba. La ira la llenó. Cogió el tubo de nuevo y salió por la puerta gritando de rabia como nunca lo había hecho. Esta vez se hizo daño. Al encontrarse con la pared del pasillo, dentro de su casa otra vez, el tubo le golpeó el estómago y le cortó la respiración por unos instantes. Se quedó en el suelo, tosiendo y llorando, deseando que aquello fuera un sueño e imaginando el momento de despertar.....

La gran evasión

Foto: Marta Pereyra
Texto: Martin Gallego
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Este cuento es para niños. Creo que está bién hacer una historia sencilla después de unos cuantos relatos serios y un poco retorcidos. Escribir para crios obliga a un ejercício de síntesis, a simplificar para que te entiendan. No me pude resistir a llamar Marta a la protagonista...
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La gran evasión
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Habló el caracol mas gordo y viejo. Dijo con voz fuerte: "Nos hemos reunido para elegir a uno de nosotros y enviarle a buscar ayuda. Hace tres días que estamos encerrados en esta jaula sin comida ni agua y empieza a oler mal (se oyeron algunas risitas por la parte del fondo). Así que propongo a Blub, el caracol mas listo y pequeño, para que salga a buscar ayuda y abrir la puerta. Blub estaba en ese momento con el dedo en la nariz y fue pillado por sorpresa. Los que estaban alrededor suyo se apartaron y se quedó solo en medio de la reunión. Hoy se había levantado chico. Ya sabéis que los caracoles pueden cambiar de chico a chicas, según les dé, y dicen que es muy divertido. Pues eso, se sacó el dedo de la nariz y dijo con voz de chico: "¿Y que tengo que hacer?" El caracol gordo le respondió: "Es fácil, saldrás fuera por un agujero que hemos hecho en una esquina y buscarás ayuda para abrir la jaula y poder escapar". "Vale, ¿y cuando salgo", dijo Blub, "Yá", dijo el gran caracol, y le acompañaron hasta el agujerito que habían preparado y por el que sólo podía pasar el mas pequeño de los caracoles, que era él. Lo de que era el caracol mas listo se lo dijeron para hacerle la pelota, estaba seguro. Blub pasó el cuerpo, apoyó la concha y cuatro o cinco caracoles fuertes empujaron. ¡Plop! hizo al salir, y de repente se encontró fuera. ¡Suerte Blub!¡Vuelve pronto!, le dijeron desde dentro. Él se hizo el chulito. Se estiró todo lo que pudo, puso la concha recta y se deslizó dejando un reguero de baba. Cuando llegó al suelo, fue hacia la puerta de la tienda y salió a la calle en busca de alguien. El sol le deslumbró y no le gustó. El suelo quemaba y no se veía a nadie por allí. ¡Y los coches pasaban muy deprisa! Ya no le parecía tan fácil la misión que le habían mandado, estaba empezando a pasarlo mal...... De repente, alguien lo cogió y lo levantó del suelo. Vió que era una niña pequeña, pero a él le parecía un gigante. Puso a Blub en su mano y lo acercó a sus ojos, para verlo bién. "¿Dónde vas?", le preguntó ella. Blub contestó: "Busco alguien para sacar a mis amigos de la jaula. ¿Me puedes ayudar?" . Ella se puso a pensar y dijo al cabo de un momento: "Vale, te ayudaré". Así que cerró la mano suavemente con Blub dentro y haciéndose la despistada se fué acercando a la jaula. Lo de hacerse la despistada no le costaba mucho, en el cole lo hacía a menudo, según su profesora. Cuando los caracoles la vieron llegar, se asustaron, pero ella les dijo:"Blub me lo ha contado, yo os sacaré de aquí". Se aseguró de que no miraba nadie y abrió la puerta de la jaula. Aquello parecía la puerta de un campo de fútbol, con los caracoles saliendo corriendo y gritando de alegría. Como eran muy educados, cuando pasaban al lado de la niña le daban las gracias o la saludaban con una reverencia. Cuando ya estaba la jaula casi vacía se oyó una voz detrás de la niña que dijo: "Pero Marta, ¿Qué has hecho?", y ella contestó: "Mamá, los he salvado. No habían hecho nada malo y estaban encarcelados". Ante aquella explicación, su madre no supo que contestar, y con un suspiro, se fué a buscar al dueño del colmado. Marta pensó que se había ganado una buena bronca, pero había valido la pena....

Lucy y Serena


Foto: Ramon Collado
Texto: Martin Gallego

El aspecto realmente particular de la señora que se vé me inspiró el relato. Y me lo pasé bomba haciéndolo, como si se tratara de la siguiente entrega de Javi Potes. Ya os he dado una pista....
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Lucy y Serena eran dos brujas. Se las reconocía muy fácilmente. En público siempre llevaban gorro, para tener la cabeza cubierta, y zapatos sin tacón, para estar cerca de la tierra. Si se cruzaban con otra bruja, un intercambio de frases en clave lo confirmaría. "Que el dia sea largo", decía una, y la respuesta esperada solía ser:"y la noche también". Ellas eran brujas de conocimiento, esto es, recopilaban sabiduría. Lucy era mas de experimentar, es decir, confirmaba que las viejas fórmulas que les llegaban funcionaban correctamente. Si era así, las incorporaban a su archivo. Si era un fiasco, lo hacían saber en el boletín mensual. Serena se dedicaba mas al archivo. Desde hacía unos años, con esto de la informática, vivía una felicidad profesional absoluta. Había pasado por todas las fases de la escritura: a mano hasta hacía unos cien años, luego a máquina y últimamente trabajaba dictándole al ordenador mientras se limaba las uñas, sentada y con los pies encima de la mesa. Por cierto, Lucy le dijo que no había estado bién hechizar a aquel señor de IBM para que le enviara un prototipo de máquina que oía y hablaba, aunque Selena replicó que lo había embrujado sólo un poquito. En todo caso, iban llegando gratis y regularmente ordenadores cada vez mas pequeños y potentes. En fin, cosas del progreso.
Cada dos años se celebraba el encuentro. A ellas les gustaba ir porque durante una semana veían a muchos conocidos y conocidas, y había algunas ponencias muy interesantes. Por ejemplo, este año Jenni, a la que llamaban en el colegio "espabilada Rowling", hablaría sobre la relación entre literatura, cine y brujería. Era muy lista, Jenni, y ahora muy rica. Pero esta edición del congreso era muy especial para ellas por un motivo: como Nicholas Flamel ya no estaba para muchos trotes, les habían pedido que dieran una clase magistral. El tema que habían elegido era "Amar la Tierra". Lucy iba a preparar en directo un bebible cuyo efecto era un respeto absoluto por cualquier ser vivo, fuera de la especie que fuese, y Selena había preparado un powerpoint explicativo, junto con un par de apariciones plasmáticas muy resultonas. En las sesiones de prueba que habían hecho en su casa con público reducido, la demo había sido un éxito. Así que acudían a París con la sensación de tener los deberes hechos.
Aparte de algo de ropa, en la maleta metieron el mortero de bronce con la mano a juego, y la caldera pequeña de cobre, a la que Lucy le tenía mucho cariño. En el aeropuerto de Sheffield un policía les cogió la maleta y la pasó por una máquina. Puso una cara extraña y la volvió a pasar. A continuación cogió la maleta y les dijo a ellas que le acompañaran. Nunca antes les había sucedido aquello. Cruzaron el vestíbulo y entraron en una sala. Al hacerlo, dos relojes que había encima de la puerta se volvieron locos. El policía les dejó con otro compañero uniformado y desapareció por una puerta con la maleta. La espera se alargaba y Lucy vió un joven turista con una cámara de fotos que las miraba desde fuera. Le sonrió, y le dijo a Serena que las estaban fotografiando. Ésta miró al fotógrafo a través del ojo de buey de la puerta e iba a decir algo cuando en la sala entró una policía arrastrando la maleta. Iba con gorra y zapatos planos y dijo a modo de saludo: "el dia será largo" y Lucy contestó: "Y la noche también". Les dió la maleta y les dijo que fueran con cuidado, que era mejor no poner objetos metálicos dentro. Al salir, Lucy buscó al joven turista pero ya no le vió. "Lástima, era guapo", pensó. Con un suspiro, tiró de la maleta y se dirigieron hacia la puerta de embarque hablando sobre qué filtro de amor era el mas efectivo ......

El jarrón

Foto: Hugo Solo
Texto:Martin Gallego
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Este relato es de ciencia ficción. Y de momento el único en el que el fotógrafo es el protagonista, aunque de una manera involuntaria.....Espero que a Hugo no le importe. Por cierto, así se llaman unos premios muy importantes de este tipo de literatura. El mundo es un pañuelo.
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El jarrón
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Aquella reproducción de la estación receptora era fantástica, enorme, enigmática. No sabían lo que era aquel objeto en realidad. Ellos nunca habían experimentado con cosas físicas, por algo se llamaban mentálidos. Pero lo habían conseguido. La aplicación de su sabiduría ancestral a las ciencias físicas abría un universo nuevo para ellos, literalmente. Ya no cabían en su mundo y habían sido necesárias varias generaciones para encontrar la solución. Por mucho que les pesara, se habían de trasladar físicamente. Sus pequeños y livianos cuerpos eran la mínima expresión para soportar su mente. Pero aún así eran demasiados. Aprendieron, investigaron, y llegaron a la conclusión de que el sistema de traslado mas fácil era establecer una cabeza de puente en el planeta mas cercano en forma de una estación receptora. Para ello habían elegido un objeto común y habían replicado su aspecto escondiendo dentro la terminal de desembarco. Ajustaron todo, centraron las coordenadas, e hicieron pruebas. Muchas pruebas que siempre daban el mismo resultado: ¡En la atmósfera del planeta receptor había agua, parecía ser que todo el planeta tenía agua!.¿Cómo podía ser eso? ¡No puede haber vida con agua! Es un veneno muy poderoso, aún en ínfimo porcentaje. Su pequeño cuerpo se deshacía como una aspirina efervescente en contacto con el odioso líquido. Así que habían tomado todas las precauciones posibles. Pero tenían la certeza de que la presencia de agua, incluso el aumento de la humedad ambiente, destruiría la estación receptora. Pero ya no podían hacer mas. Todo estaba listo. Así que avisaron al pelotón de mentálidos que habían entrenado durante eones para convertir cualquier mente que encontraran en el planeta receptor en un huesped para ellos anulando su voluntad, y los situaron en la zona de transporte. Pacientes, esperaron el momento inminente en que los técnicos pulsarían el botón rojo....
Hugo llegó a casa cansado. Doce horas trabajando eran demasiadas. Dijo hola después de cerrar la puerta, pero nadie le contestó. "Deben haber salido,"pensó. Dejó la bolsa con sus cosas y fué a la cocina a buscar algo de comer. Al ir a abrir la nevera, vió un jarrón nuevo en la mesa, con tres margaritas de color naranja y sin agua. "Están un poco marchitas", se dijo y automáticamente fué a buscar un vaso. Lo llenó de agua y se dirigió al jarrón. Inclinó el vaso encima, el líquido comenzó a caer y entonces sucedió. El jarrón simplemente desapareció. El agua cayó sobre la mesa y Hugo se apartó, sorprendido. Miraba la mesa con la mente en blanco, sin creerse lo que había pasado, pero el charco le decía que sí. Secó todo con papel de cocina y decidió irse a dormir. Pensó que aquello era lo mas increíble que le había pasado nunca y se durmió desconcertado, sin saber que había salvado el mundo de una esclavitud cierta, de momento....

La Escalera

Foto:Martin Gallego
Texto: Martín Gallego

Esta es la única foto mia que pondré en este blog, y hay una razón para ello. El relato que la acompaña es triste, sin esperanza, habla de las miserias humanas. Pero también tiene derecho a estar aquí. Evidentemente, no le pediría una foto a nadie para hacer una historia así.
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La escalera
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Las moscas rompían el silencio. Hacía calor, mucho calor. Le parecía que cada verano hacía mas, claro que tampoco recordaba tantos veranos. Al principio eran divertidos, cuando cogían el coche y en un par de horas estaban en la playa. Pero eso sólo fué al principio. Luego ella se fué y él se quedó sólo con su padre. Cuando hablaban, y eso pasaba pocas veces, no decían su nombre, tan sólo se referían a su madre como "ella". Con el tiempo entendió que él también se hubiera ido si hubiera estado en su lugar. Su padre era un tipo descuidado, poco trabajador y que no sabía lo que era el amor, ni a sí mismo ni a los demás. Y todo ello bien rociado en ginebra. Tenía grabada en el cerebro la imagen de su padre asociada al olor de la ginebra. El dia que su madre se fué, no permitió que se llevara a su hijo. Discutieron, se golpearon y ganó el macho. "Vete a la mierda o muérete de una vez, pero el crío me lo quedo yo" le dijo mi padre. El olor a ginebra era insoportable. Lo hizo para joderla, no porque lo quisiera. Se lo había repetido muchas veces, cada vez que podía.
Últimamente no le parecía tan malo el olor de ginegra. De hecho, cuando salía con los colegas acababa la noche abrazado a una botella vacía con un olor familiar. Por eso le despidieron. "En dos meses has faltado todos los lunes", le dijeron. Pilló el finiquito y despertó a los tres dias en el hospital provincial. "coma etílico", le dijeron. Nadie vino a visitarle ni a buscarle cuando le dieron el alta. Se miró en el espejo del lavabo y vió a su padre 19 años mas jóven. Se puso la ropa que aún apestaba a tabaco y alcohol y salió a la calle. Como un autómata, cogió el autobús de línea, y al legar a su pueblo, le asaltó una sensación de urgencia. Bajó corriendo las escaleras junto a la iglesia y entró en su casa. El tufo a ginebra le dió la bienvenida. Su padre dormitaba en el sofá, caído hacia un lado. Lo apartó un poco para hacerse un sitio y varias moscas despegaron con un vuelo tedioso, aburrido. Un olor a orín y humanidad proveniente del bulto a su lado le hizo girar la cara y vió la botella que se había medio vaciado al caer. Bebió un trago largo para compensar los varios dias sin mojar los labios, y luego otro mas largo aún, sin fin. Mientras bebía, con la botella vertical y los ojos cerrados, recordó a su madre y pensó en cómo habría sido vivir con amor. Pensó en la muerte y deseó que llegara pronto. Sin saber porqué, le vinieron a la cabeza las lápidas antiguas que habían usado para hacer las escaleras junto a la iglesia. Algún dia pondrían la suya. Las moscas rompían el silencio. Hacía calor, mucho calor.

Desafio

Foto: Asmartkid
Texto: Martin Gallego
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Este relato está hecho en clave de humor, aunque a Ruiz Gallardón no creo que le haga mucha gracia. En todo caso, no está basado en personajes reales.... y me consta que el actual alcalde de Madrid es un forofo de la fotografía (eso le honra a nuestros ojos). Allá va:

Desafío
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"Mecagüen, ¿Y ahora que hago yo? Ya me he vuelto a equivocar", pensó Jesusa al salir de la boca del metro. Miró alrededor y vió el edificio con el angelote encima. Su hermana vivía justo detrás. "¡Ay Señor, en el pueblo no pasaban estas cosas", se dijo. Vió un cartel de una chica enorme en una esquina con una rosa roja, y sin leerlo, pensó: "Estos cabrones de políticos, si en vez de anuncios hicieran pasos de cebra...." y acto seguido bajó al asfalto, levantó la cabeza y tiró recto. "Y que salga el sol por Antequera" se dijo a sí misma. No se dió cuenta de que un chico detrás de ella sacaba una cámara de fotos y se la echaba a la cara pensando que esa imagen no se le iba a escapar.....
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-¡Mecagüen, ¿Y ahora quién será? ¡Adelante!
-Perdone, jefe, es que ha venido Rodriguez, el de archivo, y no me ha encontrado, y por eso no he podido venir antes, pero no...
-¡Ostias, Martinez, abrevie que son las 8 y aún no tengo portada!
-Mire esta foto, jefe.
¡Coño, que buena! Esto es aquí, en Madriz, en el cruce de tal con cual, ¿No?¿De dónde ha salido?
-Llegó hará un mes, de un tio de Getafe que la envió a cartas al director.
-Joder, esos cabrones nos ganan al fútbol, pero nos van a hacer un favor. Llámalo, úntalo si hace falta, pero quiero la foto aquí en una hora como mucho. Sinó, te vas a la puta calle. No sabía si poner ya las fotos del alcalde con su amiguita, pero ésta es mucho mejor. Tanto sacar pecho y meterse con nosotros y tienen la ciudad hecha una mierda. Voy a hacer una editorial que se va a cagar la perra, y el alcalde también. ¡Vamos, circulando que es gerundio!.
-Yo también le quiero, jefe.
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-Mecagüen, ¿Y ahora dónde se habrá metido?. Este chofer nuevo siempre llega tarde, y además parece medio sudaca. Hoy mismo lo despacho. Y también voy a llamar a la idiota esa y le voy a dar puerta. No me gustan las tetas de silicona....¡Hombre, ya está aquí el coche! Por cierto, vaya cochazo me he puesto!. Es que soy la ostia....
-Buenos dias, señor Alcalde. El tráfico está imposible. Ayer se dejó aquí el móvil. Por cierto, no para de sonar.
-El tráfico lo voy a arreglar pronto. Hay demasiados semáforos y pasos de cebra. A ver, dáme el teléfono. ¡Coño, cinco llamadas de Manolo esta mañana! ¿Que tripa se le habrá roto?¡Joder, otra vez está llamando! A ver que quiere el imbécil enano éste. ¡Hola Manolo, ¿Que tal?.
-Oye, ¿Es que no lees los periódicos?¡Hace mas de una hora que te estoy llamando!
-Es que ayer me dejé el móvil en el...
-Es igual, calla y vente para la sede cagando ostias que tenemos que hablar.
-Oye Manolo, ¿No estarás cabreado porque te haya levantado la amiguita, no? Porque yo....
-Que no idiota, que no es eso. Buena la has liado con la rueda de prensa de hace dos dias. ¿Porqué no preguntaste antes de largar?¡Mira que decir que el futuro era el coche y que ibas a luchar contra los peatones! Pero el colmo fué cuando dijiste que ibas a borrar los pasos de cebra porque son un peligro para la circulación. Hay cosas que se piensan pero no se pueden decir. Los cabrones de El Diario nos han dado bién por el culo. ¿Has visto la foto?
-No, yo no he tenido tiempo, acabo de....
-¡Calla, gilipollas! Ya te puedes ir buscando trabajo. Esta vez la han acertado. Toda la portada es una foto enorme. Se ve una mujer pasando un cruce peligrosísimo, con todos los coches de frente y sin paso de peatones. Y el titular pone en letras enormes: DESAFIO. Nos han jodido bién. Y es que una imagen vale mas que mil palabras. Eso te pasa por decir que los directores de algunos diarios son unos lameculos envidiosos. Convoca una rueda de prensa, que se te dá muy bien, pide perdón y dimite. Hoy a las 5 de la tarde. ¿Me he explicado bién?
-Si, Manolo
-Eres un imbécil
-Si, Manolo.

El beso

Texto: Martin Gallego
Este fué el inicio del blog. Salvador tuvo la idea y empezó a hacerlo en su sitio. El ponía la foto y diferentes personas escribíamos una historia. Cuando me tocó a mí escribir un relato sobre una foto suya, disfruté muchísimo. Así que le copié la idea (con su permiso) y creé este blog. La pequeña diferencia es que aquí las fotos son de otras personas y yo escribo los relatos. Espero que paséis un buén rato...

El Beso
Miró a su izquierda y aceleró el paso todo lo que pudo, que no era mucho, la verdad. No le gustaba lo que veía. Pronto se llenaría todo de gente nueva y le desagradaba la idea. Pisos y mas pisos, coches, ruido.... El Ruido. Recordó que no había ruido entre los naranjos que había allí antes de que entraran las máquinas. Se dió cuenta en ese momento y se sorprendió. Bueno, sí, se oía el sonido de los pájaros, o las canciones monótonas que cantaba aquel hombre mientras araba con el mulo. ¿Cómo se llamaba? Sí, Juan el hombre y Lucero el mulo, aunque ella siempre habia pensado que Lucero era nombre de vaca. Le asaltó el recuerdo de las luminosas tardes de verano entre los árboles, cuando de pequeña jugaba al escondite entre los troncos con sus primos, o se bañaban en la alberca, y recordó el primer beso, furtivo, un domingo por la tarde a la hora del paseo. Pero El se tuvo que ir al norte, a descargar barcos, le dijeron. Aquél era su secreto y nunca se lo había contado a nadie. Con un suspiro bajó la cabeza, miró al perro y pensó que todo eso había pasado allí, donde ahora sólo había ruido y fealdad. Vió la figura de un joven al otro lado de la calle que la miraba con una cámara de fotos en la mano y la imagen de El le volvió a la cabeza (si, sólo El, sin nombre) y el recuerdo de aquel beso dulce, robado, la acompañó como un bálsamo todo el día......